En julio del 2017, se graduó de la escuela de Enfermería como una mujer joven que confiaba en sus habilidades. Recientemente, nos sentamos con ella mientras compartía sus planes para el futuro y cómo cree que Dios nunca la ha abandonado.
¿Cuál ha sido tu experiencia desde que entraste al Programa Esperanza hasta el día de hoy?
Era realmente insegura al principio. Me importaba lo que los demás pensaran de mí, me preocupaba agradar a todos. A lo largo del tiempo cometí muchos errores, pero cuando vi que la gente todavía me amaba, me di cuenta de que no podía ganarme el amor de la gente por lo que hice o no hice. Esto me cambió. Ahora que te estás graduando.
¿Cómo te sientes al completar esta etapa de tu vida?
(Risas) Honestamente, no puedo creer que me estoy graduando y todo está saliendo muy bien. Sé que fue Dios quien me llevó a este punto; Todavía estoy pensando en lo que sigue para mí, pero sé que sea lo que sea, Dios me llevará a lo siguiente. No creo que pueda saber completamente cómo me siento acerca de la graduación, hasta que realmente esté cruzando el escenario. No puedo creer que esté aquí. ¿Cómo superaste los momentos difíciles en los que querías darte por vencida? Hubo un momento en que sentí que constantemente tenía batallas en mi mente, debido a las malas decisiones que estaba tomando. Me dije a mí misma que es más importante concentrarme en desarrollar mi vida espiritual que controlar mi comportamiento. Así que cada vez que me encontraba pensando que ya no podía hacerlo, buscaba refugio en Dios. Confié en Él y Él me levantó, dándome la fuerza para seguir adelante.
¿Qué mensaje darías a los estudiantes actuales del Programa Esperanza?
Les diría que busquen a Dios, pero específicamente que busquen sus promesas. Los animo a poner sus vidas completamente en las manos de Dios, no a pensar que tienen que ser perfectos. “Dios me ama, el simple hecho de que me ama significa que cumplirá sus promesas en mi vida”. En mi propia vida, una promesa que Él está restaurando es la relación con mis padres. Pasé 18 años sin ver a mi papá. He estado orando durante mucho tiempo para compartirle sobre Dios. Hace un año, mi papá se comunicó conmigo a través de Facebook y me compartió que había logrado controlar sus adicciones y que estaba en una relación con Dios. Siempre había imaginado que estaría en un hospital visitándolo en su lecho de muerte, compartiendo a Dios con mi papá, rogándole que lo aceptara en su vida. Cuando leí el mensaje, no pude hacer mucho más que sentarme ahí con la boca abierta. Esta es solo una de las muchas formas en que Dios está cumpliendo sus promesas en mi vida. Compartiría esto con los estudiantes de Programa Esperanza y les diría que esperen en Él y le permitan entrar a sus sueños.
Pronto cumplirás 23 años. ¿Cómo te ves a los 24?
A María de 24 años le gustaría estudiar una especialidad. Estoy en un momento de mi vida en el que Dios me está enseñando mucho; ha habido cosas, relaciones que me han frenado y me han impedido crecer con Dios. Él está eliminando esos obstáculos y confío en que este año que viene será bueno. Seré más madura y habré crecido mucho.
Dentro de quince años, ¿Cómo ves a una María de casi 40 años? ¿Cómo sería su vida?
Veo una Clínica grande con una pequeña iglesia al lado. Vendrán muchas personas enfermas que necesitan ayuda y yo, junto con un gran equipo de personas, los ayudaremos y luego iremos a la iglesia de al lado para compartir de Dios con ellos. También me gustaría tener una familia que sirva a Dios a mi lado.